Todo está lleno de sus pelos, grises, finos cual lana, los sofás, las alfombras, la colcha, mis sábanas, la silla sobre la que estoy. Todo está tan lleno de ella como siempre, pero ella no está, no lo entiendo, ¿los gatos también van al cielo?
No quiero pensar en que si limpio la casa, no se volverá a cubrir de su manto gris, de su rápido caminar, de su mirada serena, de su tacto suave, de su caricia cariñosa. No quiero pensar en que si limpio sus últimos pelos, perderé sus últimos recuerdos.