Dedicando el tiempo a dejar pasar el tiempo. Madurez fuera del alcance de la mente

jueves, 13 de marzo de 2008

Una vida con o sin mí


Sigo esperando a cambiar la luz del pasillo, fui a comprarla, pero entonces me encontré con que no sabía cómo era, dejé volar la imaginación y escogí un modelo, pero no me arriesgué.
Retiré el enganche roto de la puerta del armario de las chaquetas, así se puede volver a cerrar, pero no creo que nunca lo sustituya.
Cambié la escobilla rota del baño por la del otro, la rota la pegué, pero no creo en los pegamentos.
Encargué a mi madre que me comprara pilas para el reloj en mi ventana, me las compró, me las traje, pero todavía no las he puesto, ya no miro al reloj.
Programo con varios días de antelación cuál va a ser la fecha límite para afeitarme, fregar los platos, cambiar las piedras de Argi, ir a correr, presentar tal resumen...
Miro a mi gata cada noche, cada vez somos más desconocidos a pesar de dormir juntos.

1 comentario:

Yo dijo...

A veces, sólo a veces, hay que imponerse las cosas, aunque uno no tenga ganas de hacerlas.

A veces, cuando no trabajo por la tarde, no tengo ganas de salir. De hecho, no tengo ganas de nada. Me acostaría y dormiría. Pero cuando la experta me dice que quiere salir después, me lo impongo. Y me siento aquí en el ordenador a charlar con el del ventanuco para mantener la cabeza entretenida (mi técnica del no pensar) y, sobre todo, para mantenerme despierta hasta la hora en la que he quedado con ella.

No digo que sea lo mejor, ni lo que tengas que hacer. Sólo que creo que no viene mal, de vez en cuando, hacer cosas que a priori no apetecen. Yo sé que si no lo hiciera dormiría y dormiría y dormiría... día tras otro. Y sé que sería así, porque ya me ha pasado que me he echado a las 16 y me he despertado a las 20-21. Me he duchado, he cenado y me he vuelto a dormir en el sofá hasta las 00:30-01:00. Hora en la que me he levantado y me he ido a la cama para seguir durmiendo... Y, sinceramente, no creo que eso sea algo que me beneficie... A veces tengo la sensación de que podría dormir toda la vida...

Después una vez que has pasado las fronteras de tu propia casa y te hallas en la calle, te lo pasas bien. Sólo cuesta arrancar.

Sigo pensando que pasas muchas horas en el trabajo (aunque ya no tenga constancia de ello y pueda estar equivocada, me lo imagino), que deberías ventilarte más, salir y hacer esas cosas que tienes pendientes en casa. Seguro que te alegras al descubrir que puedes arreglar tú solito la lámpara, la escobilla... seguro que te alegras de tener más tiempo PARA TI. Tiempo que puedes aprovechar para hacer cosas que te gusten, para estar con la gente que quieres...




Me sigue dando la impresión de que estás triste, que te sientes solo... no sé... pero ojalá que detrás de toda esa apatía, esa desgana, ese cansancio... que yo creo leer entre líneas haya sólo una tarde de sofá y tele...

Sea como fuere, no estás solo. Eres importante para mucha gente, aunque ni tú mismo lo creas, a veces. Tienes amigos y gente que se preocupa por tí. Y que estará ahí para cuando sea que decidas dejar de lado la apatía y compartir con ellos tu vida. Un besito.

PD: Como ahora ya no intercambio canciones contigo, te dejo una que me ha recordado al nombre de tu post y que me parece muy bonita. Espero que te guste, aunque ya no la escuchemos a un tiempo.