Buscas y no encuentras; te humillas y te enalteces; te das y te ganas; te castigas y perdonas; te desnudas y te engalanas, te pierdes y te encuentras. Lo que eres, lo que piensan de ti, lo que te atreves a decir, lo que se atreven a decirte, lo que piensas que eres. No somos nada.
Cada noche puede haber una luna llena que susurre entre la penumbra, una estrella fugaz que serpentee moribunda. No importa qué hagas, qué pienses o con quién estés, sólo es necesario que levantes tus ojos.
Mi padre tuvo que cambiar de coche tras un pequeño incidente que tuve yo con la junta de la culata del antiguo; ahora se ha comprado una furgoneta de segunda mano y ya no emplea su flamante nuevo coche.
Barcelona ha sido uno de mis últimos espejismos. Un fogonazo de conocimiento. Un grito de amistad. Un tacto cálido. Un aroma... a azahar, sí he tenido que ir a Barcelona para ello. Un sabor a cerveza negra en un pub cualquiera. Cuadrícula mal iluminada llena de propios y extraños, llena de vida, llena de ruido, llena de una brisa cálida y acogedora.
De tacto eran suaves, pero con pequeñas espículas que cosquilleaban mis dedos. De color eran rojas, intensamente rojas, que marabillaban mis ojos. De aroma eran suavemente agradables, dulces, sí. De sabor eran colosalmente dulces y jugosas. No emitían sonido alguno.