Dedicando el tiempo a dejar pasar el tiempo. Madurez fuera del alcance de la mente

lunes, 9 de abril de 2007

El fino equilibrio


Y vuelve a anochecer, los rojos, los violetas, ese último rayo, las nubes; después nueva tanda de lluvia tormentosa.

Tenemos un gran agujero en el interior, un agujero que no, nunca vamos a conseguir llenar, ni como personas, ni como especie. Vamos caminando, incompletos, con miedo a tropezar, un miedo patológico, miedo a que ese pequeño traspiés sea la primera manifestación, la manifestación más clara de nuestro fracaso. Y nos vamos encontrando con el dinero, con el trabajo, con el amor. Vivir, vivir como queremos, un sinfín de quejas absurdas. El dinero lo percibo como algo inmaterial, algo no palpable; no lo quiero medir, sólo quiero que no se acabe. El trabajo, yo lo elegí, lo malo no es ir allí y hacer lo que puedes, lo malo es que siempre está ahí, cuando disfrutas, cuando duermes, cuando te jubilas, cuando te mueres. El amor, es una moneda: la cara, la cruz, el canto; la moneda está siempre dando vueltas y de vez en cuando ves un resplandor, intuyes un símbolo, y cae y sigue rodando y te golpea en el zapato y tienes que volverla a lanzar o te quedas sin moneda o coges otra del bolsillo o decides que no quieres seguir jugando.

2 comentarios:

Albuerita dijo...

La clave está en encontrar aquello que llene para siempre nuestro agujero. Está en nuestras manos cerrar ese vacío, pero primero hay que querer que desaparezca y después hay que buscar aquello que nos complete. Pero debe ser una búsqueda interior;de nada sirve llenarlo con cosas externas, materiales y perecederas. Sólo tú puedes encontrarlo y cuando lo encuentres,verás la vida con otros ojos.
¿El amor una moneda? No lo creo. El amor es increible, es maravilloso, es el sentimiento más poderoso y al tiempo el más destructivo que existe. Por eso una mala experiencia puede hundirnos hasta límites insospechados. Pero no dejes que una piedra en el camino te impida ver tu destino. Ante todo no pierdas la fe...

Zaca dijo...

El ser humano como especie siempre quiere más, éso es bueno: avances que mejoren la vida, y malo: avances que hacen más fácil la muerte. El problema está en los recursos: siempre limitados, si agotamos los recursos, no llegaremos a conseguir el fin.
Tener un vacío interior como personas no es tan peligroso como a nivel de especie, buscas con qué llenarlo y vas recopilando aficiones, capacidades, creencias, emociones, posesiones, pero podrá todo ello tapar tu condición de ser insignificante en un universo inabarcable, podrá tapar tus miedos. Ver la vida con otros ojos es posible, pero los ojos son los mismos.
¿Fe para qué? Fe en el amor para conseguir un mundo mejor, suena bien. Tanto el fin como el medio son importantes.