Ayer un amigo me invitó a acompañarle a una sesión de cine al aire libre que proyectaban unos conocidos suyos que pertenecen a una distribuidora independiente, no sé si son anarquistas o si simplemente quieren que el mundo sea distinto, vimos "À bout de souffle", muy interesante: no sabes nada de la vida, no sabes por qué amas, no sabes por qué amas a quién amas, a veces lo apuestas todo, a veces decides hacer lo correcto.
Antes de empezar la película, entre los allí reunidos, dos discutían sobre la libertad y la felicidad de los niños, ambos estaban de acuerdo en que en ESTE mundo no se podía ser feliz. Yo me planteé que con esa premisa era muy fácil vivir, no tenías que preocuparte por ser infeliz, es lo normal; me parecieron un poco hipócritas: el mundo puede ser injusto, un caos, pero si tú en tu microcosmos puedes ser feliz, pienso que es tu obligación disfrutar egoístamente de ello.
Caminas junto a un viejo conocido, un viejo triste conocido, estás rodeado de amarillos, ocres y verdes, ese paisaje que tan bien conoces, que no te cansa, notas el viento en tu cara, en tus brazos, ves un diente de dragón, soplas y mientras las semillas se alejan volando, pides tu deseo: felicidad para todos, amor.