Dedicando el tiempo a dejar pasar el tiempo. Madurez fuera del alcance de la mente

jueves, 26 de julio de 2007

Con los ojos cerrados



El embrujo de la noche me enloquece; brazos cálidos que abrazan y te empujan a soñar, brazos fríos que te aprietan y no te dejan descansar. Los minutos parecen horas; las horas, minutos.

Las estrellas van cayendo una tras otra, te quedas solo, no hay sol.

8 comentarios:

Yo dijo...

Brazos huesudos, mullidos, atléticos... xD

Qué bonita esa sensación y qué bien resumida "Los minutos parecen horas; las horas minutos". Y de pronto, estás ahí, sentada en un banco, "escuchándole" hablar de vete a saber qué. Habla sin parar de algo que le apasiona, le brillan los ojos. Siempre le brillan cuando habla de algo que le entusiasma. Y tú estás totalmente absorta perdida en el brillo de sus ojos. En ese momento te percatas de lo largas que tiene las pestañas pese a ser un chico. De que tiene un lunar en el canto de la oreja derecha... Y tienes la sensación de que en ese momento sólo estáis tú y él. Todo lo demás es ruido de fondo. Vuestros amigos que andan de cháchara por el jardín también son ruido de fondo. Su conversación también es ruido de fondo. Y tienes la sensación de que el tiempo se ha parado, pero miras el reloj y han pasado un puñado de horas. Es tarde. Va siendo hora de volver a casa.

Zaca dijo...

Los brazos pueden ser físicos o metafísicos, las noches pueden ser noches o tardes o mañanas. Los ojos siempre brillan, a veces por las lágrimas.
Un mundo de dos puede ser infinito o muy angosto. Los temas que me apasionan cada vez son menos.

Esa noche estaba en la cama, era tarde, quería dormir, necesitaba dormir, pero no podía, tenía calor y tenía frío; me levanté y encendí el ordenador.

Yo dijo...

No estoy de acuerdo. Los ojos no brillan siempre. Ahora podrías darme una explicación médica acerca de los ojos y por qué sí que brillan. Pero no van los tiros míos por ahí. No todos los ojos brillan. Al menos no igual. Hay ojos que están apagados. Tristes. Sin ilusión. No brillan.

Yo misma creo que mis propios ojos no brillan mucho. Por eso me gustaba tanto mirarle a los ojos cuando hablaba. Me encantaba la ilusión que tenía por las cosas, yo soy lacia. Y pocas cosas me hacen ilusión o me sorprenden. No sé... también es que últimamente estoy pelín apática. Pero hay gente que cuando habla de algo que le gusta se le ilumina la cara y sus ojos brillan. No sé... como los niños pequeños cuando van descubriendo cositas por ellos mismos. Su cara de sorpresa, de ilusión... sus ojos brillan. O como cuando tu amiga te habla del chico que le gusta o no te habla pero le notas en la mirada que le gusta. Los ojos también brillan.

Igual brillan siempre, sí. Pero lo hacen con más intensidad en según que momentos, no sé...

Personalmente creo que mis ojos brillan en pocas ocasiones y, si brillan, es porque voy a llorar. En fín...

Zaca dijo...

Hay personas que consiguen hacer vibrar a las personas que les rodean, son grandes o pequeños oradores; me parece a mí que tú vibrabas por la persona y no por el discurso, seguro que tus ojos brillaban intensamente, a pesar del sueño.
A veces las lágrimas nos limpian los ojos y nos hacen ver las cosas más claras. Espero que tu sonrisa siga creciendo.

Yo dijo...

Sí, en eso estamos de acuerdo. Y creo que es así con independencia de que sean buenos oradores o no. A veces es sólo una actitud o una forma de decir las cosas. El chico al que me refería le pasaba eso. Movía masas. Cualquier propuesta para hacer algo que viniera de él era aceptada casi sin pensarlo. Y creo que era por su entusiasmo. Si quería te podía decir vamos a quedar todos para tirarnos de un puente y allá que hubieran ido todos tan sólo por lo bien que había sonado en su boca al decirlo. O por los gestos... No sé... Era como contagioso, si él lo vivía de esa forma, seguro que debía ser genial.

Y sí, creo que yo vibraba por él en sí mismo y no por lo que me estuviera contando ;). Hoy apenas le veo. Casi no sé nada de él. Y me he pasado toda mi vida con él. Estabamos juntos en el cole, en inglés, en dibujo... Los findes en el campo y parte de las vacaciones las pasabamos juntos porque sus papis y los míos son amigos e íbamos juntos todos. El resto de las vacaciones él se iba al pueblo y nos escribíamos. Ahí la culpa creo que fue mía... que me quedé tan de piedra cuando me dijo poco más o menos lo mismo que sentía yo por él que me quedé muda. No me lo creía. Me dijo que me lo pensara. Pero nunca más volvió a sacar el tema. Supongo que era a mí a quién le tocaba hablar, pero nunca veía el momento de sacar el tema a relucir de nuevo, además me daba corte... Pensé que igual ya no seguía sintiendo igual o que podía haber cambiado de opinión... Nunca le dije nada. Me arrepentí de eso durante años.

Debió pensar que no le quería, supongo. Se fue apartando de mí. Y me costó la misma vida dejar de verle en todas partes. Ibamos a todas partes juntos. Me faltaba en todos sitios. El día que tuvo la genial idea de presentarme a la que fue su novia aguanté el tipo la mar de bien (¿conoces esa canción de mecano de "la cara vista es un anuncio de signal..."?, pues así) y cuando llegué a mi casa me metí en el cuarto y lloré a moco tendido...

Las lágrimas nos limpian los ojos... A veces me gustaría seguir viendo con los ojos "sucios"...

Anónimo dijo...

¿Entonces prefieres no llorar? ¿Prefieres quedarte con esa molesta mota de polvo en la córnea?
A veces es difícil ver el amor, por inmadurez, por estar pensando en otras cosas, por vergüenza, por un montón de dudas... a veces te intentas subir al tranvía y llegas tarde... siento que tu historia no acabara tan bien como esperabas. Espero que nos sigamos encontrando por el camino con personas que nos transmitan energía y optimismo; aunque casi que lo del puente mejor que no.

Yo dijo...

Lo que prefiero es no tener motivos para llorar, que es distinto ;)

Yo dijo...

Volviendo a los brazos... Algunos abrazos huesudos no están mal :P

Coñas aparte, gracias por haberte recorrido media España (por no decir España entera) para pasar parte de tus vacaciones con nosotras. Creo que hablo en nombre de todas cuando digo que nos ha hecho mucha ilu conocerte in person. Y, por cierto, al final, ni yo te he invitado al gofre, ni tú me has invitado al zumo... Habrá que hacer algo...