El otro día me di cuenta que escribir en mis arrugados papelajos tiene un encanto que nunca podrá ser sustituido por teclear; no sé, coger mi portaminas, me inspira. Es bonito ver surgir las letras de tu mano, letras anárquicas, con tachones, nada de tecla "del". Además saber que nadie lo va a leer te da completa libertad de forma y de contenido.
Entonces por qué volver a este mundo virtual, la respuesta es simple, no me sirve como catarsis interior, pero puede que sí como actividad de comunicación, comunicación minorista, desde luego, y poco interesante, por supuesto; pero comunicación.
1. Cuando en el colegio nos hicieron tests psicotécnicos, yo continuaba completándolos después de decir "tiempo". A mí nunca me dijeron cuáles habían sido los resultados, pero a mi madre le dijeron que podía estudiar cualquier cosa. Vamos que no sé para qué nos los hacían.
2. Aprecio más a las personas que a los animales, pero soy más sensible al sufrimiento de los animales que al de las personas. Una persona se suele poder ayudar por sí misma o por su familia o por la sociedad, al menos se puede expresar; cuando te encuentras con un animal herido... No lloré tras la muerte de ninguno de mis abuelos, no era el momento; pero pocas veces he llorado tanto como cuando ví agonizar a mi hanster cuando dejó de comer, o cuando un perro le partió la médula espinal a mi gata.
3. Una de las razones por las que estudié medicina en lugar de enfermería fue que una de las enfermeras de la serie Urgencias quería ser médico.
4. No me he terminado de acostumbrar a que me creciera pelo en el pecho cuando ya mi cuerpo-mente me están pidiendo que me ponga las pilas para formar mi propia familia.
5. Me gusta hacer ejercicio porque me hace segregar endorfinas.
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